Una vida ejemplar

Señor Director :

En julio del año 2006 mi esposo y yo llegamos solos a Lima con muchos miedos y temores, él para ocupar un cargo tan importante y de mucha responsabilidad. Recuerdo mucho cuando me dijo “Dios nos ha puesto acá para trabajar y ayudar a la gente, tenemos dos caminos o nos pegamos a los políticos  tradicionales que seguramente nos envolverán en su entorno o nos alejamos de ellos y nos dedicamos a trabajar y conseguir cosas importantes”. Hoy nos damos cuenta que tomamos el camino correcto.

Mi esposo es un hombre de ejemplo y de lucha. Para que él esté listo y preparado en su silla necesita tres horas para hacerlo, recuerdo mucho cuántas veces lo han invitado a canales o emisoras radiales a las 6.30 o 7 de la mañana. Implicaba despertar a las 4 de la madrugada para iniciar su “proceso” como él lo llama.

Todos los días de lunes a viernes desde el primer día que asumió el cargo trabaja como un empleado público. Está en su oficina desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la noche. Esa rutina y entrega lo ha llevado a que sus fuerzas se apaguen un poco más. Una sola vez viajamos fuera del Perú a Washington. Lo hicimos solos, fue el peor viaje de nuestras vidas, nadie lo supo atender.

El 2008 nos pasó lo más triste y doloroso de nuestras vidas. Fue de público conocimiento que Dios nos bendijo con nuestras mellizas, lo que más anhelábamos en nuestras vidas, pero a los 21 días se llevó a una de ellas. No tienen idea del profundo dolor que hemos sentido, nos costó mucho levantarnos de ese sufrimiento. Él dice: “Antes del nacimiento de mis hijas cuando me preguntaban cuál ha sido el momento más doloroso de su vida yo respondía que cuando me enteré de que nunca iba a poder caminar, pero ahora si me preguntan, mi respuesta es la partida de mi hijita; dolor como ese no hay”, aunque él demostró una vez más su valentía y lucha para salir adelante.

Mi esposo nunca ha sido de fiestas sociales, reuniones sociales o similares, recibe a diario invitaciones pero dice “prefiero un minuto con mi hija y contigo que ocuparme en otras cosas”.

Ha llegado a ser vicepresidente del Congreso. Ha tenido una conducta decente, honesta, limpia, no ha estado en escándalos ni problemas. Es un político respetado por lo que ha hecho y estoy orgullosa de que sea mi esposo. Tomé la decisión y el atrevimiento de escribirles porque estamos a puertas de terminar su gestión, y si es la voluntad de Dios regresará como congresista.

Claudia Gonzales de Urtecho

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La República: El ejemplo de vida del congresista Urtecho es inigualable, y es una pena que esa historia personal haya sido escasamente documentada por el Parlamento. Es también muy importante el trabajo que cumple a favor de las personas con discapacidad. Sin embargo, dentro de esa historia de valentía hay también otra de entrega suya, como esposa y compañera, igualmente destacable. Suerte y felicidades.

Fuente: La República